Caballeros de la Virgen es el nombre popular
como se conoce a la familia espiritual de los Heraldos del Evangelio.
Fundados
en Brasil por Mons. João Scognamiglio Clá Dias E.P. Hoy presente en más de 78
países, los Heraldos del Evangelio son una Asociación Internacional de Fieles
de Derecho Pontificio, la primera a ser erigida por la Santa Sede en el tercer
milenio, acontecimiento que se realizó por ocasión de la fiesta litúrgica de la
Cátedra de San Pedro el 22 de febrero de 2001.
Mayoritariamente integrada por jóvenes, la
Asociación actualmente se haya presente en 78 países. Sus miembros de vida consagrada
practican el celibato y se dedican íntegramente al apostolado, viviendo en
casas destinadas específicamente para hombres o para mujeres que alternan vida
de recogimiento, estudio y oración, con actividades de evangelización en las
diócesis y parroquias haciendo especial énfasis en la formación de la juventud.
Otra categoría de miembros son los
Cooperadores, los que “aunque se sientan identificados con el espíritu de la
Asociación, no pueden comprometerse plenamente con los objetivos de ella por
sus compromisos sacerdotales, o el hecho de pertenecer a un instituto de vida
consagrada o sociedad de vida apostólica, o por sus deberes matrimoniales o
profesionales”.
Finalidad
En los primeros artículos de sus estatutos se
encuentra delineada la vocación de los Heraldos del Evangelio:
“Esta Asociación … nació con la finalidad de
ser instrumento de santidad en la Iglesia, ayudando a sus miembros a responder
generosamente al llamamiento a la plenitud de la vida cristiana y a la
perfección de la caridad, favoreciendo y alentando la más íntima unidad entre
la vida práctica y la fe. ....
Además de esos, la Asociación tiene como fin la
participación activa, consciente y responsable de sus miembros en la misión
salvífica de la Iglesia mediante el apostolado, al cual están destinados por el
Señor, en virtud del Bautismo y de la Confirmación. Deben, así, actuar en pro
de la evangelización, d la santificación y de la animación cristiana de las
realidades temporales."
Espiritualidad
Los Heraldos tienen su espiritualidad cimentada
en tres puntos esenciales: la Eucaristía, María y el Papa, como está definido
en sus estatutos:
“La espiritualidad tiene como líneas maestras
la adoración a Jesús Eucarístico, de inestimable valor en la vida de la Iglesia
para construirla como Una, Santa, Católica y Apostólica, Cuerpo y Esposa de
Cristo (EE.25,61); la filial piedad Mariana, imitando la siempre Virgen y aprendiendo
a contemplar en Ella el rostro de Jesús (NMI.59); y la devoción al Papado,
fundamento visible de la unidad de la Fe (LG.18)."
Estos puntos están representados destacadamente
en el blasón que los distingue.
Carisma
Su carisma lo lleva a procurar actuar con
perfección en busca de la pulcritud en todos los actos de la vida diaria,
incluso estando en la intimidad, lo que está expresado en el sublime mandato de
Nuestro Señor Jesucristo: “Sed perfectos como vuestro Padre Celestial es
perfecto” (Mt.5,48 pulcritud).
Para el Heraldo del Evangelio este llamado a la
perfección no debe quedar restringido a los actos interiores sino
exteriorizarse en sus actividades, de modo que mejor reflejen a Dios. Esto
quiere decir que el Heraldo del Evangelio debe revestir de ceremonial sus
acciones cotidianas, sea en la intimidad de su vida particular, sea en público,
en la obra evangelizadora, en el relacionamiento con sus hermanos, en la
participación de la Liturgia, en las presentaciones musicales y teatrales o en
cualquier otra circunstancia.
Con razón recuerda el Santo Padre en la Carta a
los Artistas, la oportuna enseñanza del Concilio Vaticano II:
"El mundo en que vivimos tiene necesidad
de belleza para no caer en el desespero. La belleza como la verdad, es la que
trae alegría al corazón de los hombres, y es este fruto precioso el que resiste
el paso del tiempo, que une a las generaciones y hace comulgar en la
admiración".
Evangelización con la
Cultura y el Arte
Por ver en la Cultura y en el Arte eficaces
instrumentos de evangelización, los Heraldos habitualmente echan mano de la
música tanto por instrumentos como por voces.
Así es que grande número de coros, orquestas y
conjuntos musicales fueron constituidos por los Heraldos, a fin de llevar su
mensaje de Fe y de Esperanza a la Sociedad contemporánea.
Este papel tan importante del arte ha sido
resaltado por el Papa Benedicto XVI -él mismo un gran apreciador de la música- en
varias ocasiones, como por ejemplo en las palabras finales de agradecimiento
por el concierto ofrecido por el Presidente de la República Italiana por
ocasión de su tercer aniversario de Pontificado el 24 de abril de 2008:
"Existe una misteriosa y profunda relación
entre música y esperanza, entre canto y Vida Eterna. Por este motivo la
tradición cristiana representa a los espíritus bienaventurados, en cuanto canta
en coro, raptados y extasiados por la belleza de Dios.
Sin embargo, el auténtico arte, como la
oración, no nos hace ajenos a la realidad cotidiana sino que nos conduce a ella
para “impregnarla” y hacer que reviva, para que dé frutos benéficos de
paz".
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